ARTÍCULOS PUBLICADOS EN EL DIARI DE LA BARCELONETA

Escribir en el diario de mi barrio era algo que me apetecía mucho y que recuerdo con mucho cariño cada vez que veo un ejemplar en los bares y tiendas
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MARCO DIARI

L´ILLA DE MAIANS

02 Lílla de Maians (Febrero 2018

Desde bien pequeñito he oído decir que en la época que la gente se movía por la ciudad con caballos y carretas, y las señoras vestían con tantas ropas que tardaban más en desvestirse que en lavarse la ropa, que en el barrio donde yo nací, en ese tiempo no tan lejano, solo había sardinas, boquerones y demonios marinos haciendo de las suyas y nadando a sus anchas a lo largo y ancho de la mar. Con mi inocencia infantil me imaginaba a todos esos peces y bestias marinas con patitas caminando por las calles de mi barrio saludándose entre ellos con sus pequeñas aletas, incluso calamares a la romana con su espada, su casco y su escudo vigilando las calles y gambas con gabardina para resguardarse de la lluvia y el frío. De mayor empecé a documentarme y es cuando descubrí que realmente mi calle estaba bajo las aguas del mediterráneo y que la tierra firme más cercana que tenía era la isla de Maians. La isla de Maians como se la conocía en la edad media era un pequeño arenal a unos cien metros de la playa donde algún que otro pescador del Regomir, actualmente Barri de la Ribera, construía pequeñas casetas para guardar sus arreos de pesca. Barcelona en la edad media tenía un puerto natural donde infinidad de barcos traían todo tipo de mercancías para abastecer a la ciudad y hacer negocio con los gremios y con los judíos del Call. Todos los barcos tenían que pagar las tasas de la ciudad para amarrar en un puerto poco seguro, los barcos a menudo sufrían los azotes del temporal al no estar resguardados por ningún espigón. Dicen que el nombre de la isla se debe a un navegante ibicenco que para no pagar las tasas decidió un día amarrar su falucho en el islote cercano al puerto y así desde ahí trasladar sus mercancías en pequeños botes hasta la playa donde eran descargados. El navegante en cuestión se llamaba Maians, y como en aquella época a los barceloneses la gente espabilada les caía simpática, supongo que por ser una ciudad muy comercial, cualquier acto de valentía para eludir impuestos era bienvenido. De esta manera fue como los ciudadanos empezaron a llamar L´illa de Maians al islote de arena que hoy en día es una península y se llama la Barceloneta.

FENÓMENOS EXTRAÑOS EN L´ILLA DE MAIANS

03 LEYENDAS (MARZO 2018)

Se cuenta que mucho tiempo antes de que el navegante Maians llegase a la isla, dos jóvenes de buena familia se enamoraron pero el padre de ella al cual no le gustaba el pretendiente decidió encerrarla en una torre en la isla que podía verse desde la playa y esta isla no puede ser otra que L´ílla de Maians. Cada noche la joven prometida ponía en la ventana de la torre un farol que servia de guía a su amado, el cual debido a la oscuridad se aventuraba sobre las olas en una pequeña embarcación, siguiendo con los ojos y el corazón la luz que le orientaba hasta llegar a la isla de la cautiva. Toda la noche la pasaba al pie de la torre hablando con su amada prometida hasta la llegada del alba que regresaba a la ciudad bajo los primeros rayos de sol. Una noche el joven enamorado se retrasó más de lo normal, cuando por fin llegó tuvo una conversación con ella, la cual paso a relatar:

Déu vos guard, el meu amor, molt me dol vostra tardança,
gairebé m’heu fet pensar que m’havíeu oblidada.
–No és així, la meva amor, no és així, la noble dama:
per poder-vos veure a vos m’he tingut de dar al diable
al diable de la mar, el que ajuda a passar l’aigua.
De veure-us prou us he vist, però tinc l’ànima damnada!
-Romanç popular catalá-

Dios te bendiga mi amor, mucho me duele tu tardanza,
casi me habéis hecho pensar Que me teníais olvidada.
No es así noble dama:
Por veros a vos me he tenido que dar al diablo, al diablo del mar, el que ayuda a
pasar por el agua.
De veros mucho que os he visto, pero tengo al alma donada.
-Romance popular catalán-

Las supersticiones de la época hacían creer que en el mar que separaba la playa de la isla habitaban demonios marinos con la piel llena de escamas y de color azul como el mar.
Al ser seres anfibios habitaban indistintamente en el fondo marino o en las playas cercanas, su principal ocupación consistía en urdir encarnizadas batallas entre peces y otros demonios y al remover las aguas con su frenética actividad provocaban grandes tempestades.
Exigían tributos a los marinos que navegaban por los mares, de los cuales se sentían legítimos amos y señores, estos tributos solían ser las almas atormentadas de los navegantes.

QUINIENTOS AÑOS DE PUERTO

04 500 AÑOS (ABRIL 2018)

Cuentan las personas mayores del barrio que cuando este aún no existía, en la isla que ahora está bajo sus calles, cuando tocaban las campanas en la noche de difuntos, se aparecían los espíritus de los sacerdotes que perdieron la vida en el enfurecido mar. Se dice que desde intramuros, cuando los barceloneses dormían, los vecinos que vivían de cara al mar y no podían conciliar el sueño, al asomarse por la ventana podían ver una procesión de almas en pena que portaban antorchas recorriendo la cercana isla, dicen que incluso el sonido de las campanillas de los monaguillos podía llegar hasta sus oídos. Estas apariciones fantasmales oficiaban, durante toda la noche de difuntos, funerales por las almas de los marineros y pescadores que corrieron la misma suerte que ellos al ser tragados por el mar. Se cuentan más historias de fantasmas y demonios marinos, esta zona es muy rica en leyendas fenómenos de apariciones y extraños hechos como casi todas las poblaciones costeras que viven el día a día la ingratitud del enfurecido mar, pero mejor que pasemos a temas más terrenales. En el siglo XV, l´illa de Maians fue unida a la península con una espigón, al igual que otra isla de la cual desconozco el nombre si es que algún día lo tuvo, una isla más pequeña a la altura de la Ciutadella. El trozo de playa entre las dos islas pasó a utilizarse como nuevo puerto natural y fue bautizado como Port de Alfons V, el Magnanim, diez años después de comenzar las obras, fueron paralizadas a causa de los fuertes temporales que destrozaron lo construido hasta entonces. No fue hasta 1477 que se reanudaron las obras de construcción bajo el reinado de Joan II, el Gran. Se dice que dichas tormentas fueron originadas por los demonios marinos que no querían ceder su territorio a los humanos, pero eso no es más que otra leyenda como las contadas anteriormente. Una vez finalizado el puerto, en el tramo final se construyó el faro que ya forma parte de la imagen del barrio, bueno no fue exactamente el faro del reloj que podemos admirar hoy en día, fue otro más antiguo que ocupaba el mismo lugar que el actual. Un faro con muchas historias que contar y contaremos próximamente en estas páginas.

CONSTRUCCIÓN DEL PUERTO Y NACIMIENTO DEL BARRIO

05 CONST PUERTO Y NACIMIENTO BARRIO (MAYO2018)

En el siglo XV L´illa de maians fue unida a la península con una espigón al igual que otra isla más pequeña de la cual desconozco el nombre si es que algún día lo tuvo que se encontraba más o menos a la altura de la Ciutadella, el trozo de playa entre las dos islas pasó a utilizarse como nuevo puerto natural y fue bautizado como Port de Alfons V.
El permiso para construir el nuevo puerto artificial llegó el 8 de diciembre de 1438, por orden de Alfons V el Magnànim.
Diez años después de comenzar las obras, fueron paralizadas a causa de los fuertes temporales que destruyeron todo lo que se había construido hasta entonces y no fue hasta 1477 que se reanudaron las obras de construcción bajo el reinado de Joan II.
Una vez finalizado el puerto, en el tramo final se construyó el faro que guiaba las naves a buen puerto.
Terminado el puerto artificial los sedimentos del río Besós se fueron depositando en el lado norte del espigón, haciendo desaparecer la isla de Mayans, ganando así terreno al mar, creando una península. En 1714 con la entrada de las tropas de Felipe V en la ciudad, los pescadores del Regomir fueron obligados a derribar sus casas con sus propias manos para construir encima la ciudadela militar. Los pescadores al ser expulsados de sus casas decidieron establecerse en la nueva tierra ganada al mar. En 1753 se colocó la primera piedra del nuevo barrio proyectado por el ingeniero militar Juan Martín Cermeño. El nuevo barrio llamado La Barceloneta fue diseñado como un campamento militar, con las manzanas de viviendas rectangulares como los barracones de los soldados. Las casas eran viviendas unifamiliares de planta y piso que eran rematadas con el característico frontón triangular de la fachada. La mayoría de estas viviendas disponían de un sótano donde se guardaba la sal para conservar el pescado y los arreos de pesca. La Torre del Reloj fue construida en 1772, Inicialmente era un faro y un baluarte donde se encontraba el despacho de pasaportes y la comandancia de marina, pero, a causa del crecimiento del puerto, perdió su función y en 1904 se decidió conservarlo añadiendo un reloj en cada cara. También tiene el honor de ser un punto geodésico donde Pierre F. Méchain, tomó las últimas medidas que dieron lugar al nacimiento del sistema métrico decimal. El último punto desde donde se trazó el triangulo para tomar la última medida del meridiano de París, que va de Dunkerque a Barcelona. Creando una línea imaginaria que sale de la torre del reloj, la línea pasa por la avenida del Paral.lel y llega a la plaza de España, desde allí otra línea va por la Gran Vía hacia la avenida Meridiana y desde allí otra que vuelve a la torre cerrando el último triángulo con el que se consiguió saber las medidas exactas del globo terráqueo.
De esta manera podemos decir con exactitud y sin equivocarnos que gracias al espigón y a la torre del reloj nació uno de los barrios más emblemáticos como es la Barceloneta y también el sistema métrico decimal gracias al cual podemos medir las cosas con la ayuda del metro, olvidándonos así de la Ferrisa que colgaba de la puerta de la muralla, en la calle hoy llamada Portaferrisa.

EL NEGRE DE LA RIBA

06 EL NEGRE DE LA RIBA (JUNIO 2018)

Si no te lo comes todo el plato vendrá el Papu y se te llevará, nos decían nuestras madres que eran muy de barrio, aquí no era ni el Coco ni el Home del Sac, aunque este último también serbia para asustarnos, ese hombre con un saco en las espaldas que decían secuestraba a niños en la estación de França y alrededores.
Todos hemos visto al Negre de la Riba “Papu”, pero, ¿conocemos su historia y como ha llegado a estar colgado de una fachada de la Repla?
El Negre de la Riba, era el mascarón de proa de un bergantín del siglo XVI que llegó al moll de la Riba para ser desarmado. La historia nos dice que un tabernero del barrio llamado Francesc Bonjoch se fijó en el curioso mascarón del barco y lo compró para colgarlo de la fachada de su taberna y así atraer a más clientela. Al mascarón la gente rápidamente empezó a llamarle el negro por el color oscuro de la madera, pero estudios recientes nos indican que era un indio americano tan de moda en aquellas épocas, en concreto se trata de un miembro de la tribu de los Iroqués.
En la puerta de la taberna estuvo unos cuantos años hasta que lo trasladaron a una bodega de venta de vinos cercana a la plaza de toros del Torín, y de allí a unos cuantos establecimientos del barrio propiedad de la familia Bonjoch. Los vecinos quedaron muy tristes cuando el Negre abandonó el barrio y eso fue en 1919 cuando Josep Moragas, vecino del barrio del Carmel compró la figura para colgarla de la fachada de su casa. Algunos vecinos de la Barceloneta se acercaron durante años al Barri del Carmel para ver al Negre, era mucho el cariño que le habían cogido, ya formaba parte de sus vidas y tradiciones. Josep Moragas, último propietario del Negre de la Riba donó la figura de madera en 1934 al Museu Maritim de Barcelona. En el año 2003, con motivo del 250 aniversario de la Barceloneta, el Negre de la Riba volvió al barrio pero esta vez en forma de réplica realizada por los artistas David Castillo y Oscar Pérez. El autentico mascarón de proa sigue expuesto en el Museu Maritim haciendo compañía a otro famoso mascarón de proa como es el Ninot que da nombre al popular mercado del eixample.

LA ISLA DE SAM

07 LA ISLA DE SAM (JULIO 2018)

Sam ve cada día a lo lejos una enorme aleta de tiburón que emerge del mar, una aleta más grande que cualquier edificio de la ciudad más cercana. Sam cree vivir a la sombra de una mariposa amarilla gigante que sobrevuela su isla y mantiene alejado al tiburón de descomunales dimensiones. A dos pasos de su casa está la fábrica del sol, una factoría que fabrica bolas de fuego para cada día soltarlas a la atmósfera y así alimentar al sol que nos calienta. Muy cerca tiene un faro que no ilumina nada ni guía a ningún barco a buen puerto, su función es la de dar la hora. También hay un puente que no lleva a ningún lugar, y una torre de aguas que no está hecha de aguas sino de ladrillos. Sam podría vivir en cualquier ciudad del mundo, en una recóndita playa de los mares del sur o bajo un volcán hawaiano, pero él prefiere vivir aquí, aunque a veces vuele con su imaginación a ciudades que siempre quiso visitar, pero solo por lo exótico de sus nombres, ciudades como Constantinopla, Alejandría, Samarcanda, Petra o Palmira.
Si eres de Nueva York, Ullán Bator, Shanghai o cualquier sitio alejado del Mare Nostrum, quizás no te suene de nada este lugar donde las mariposas amarillas enormes vuelan y espantan a tiburones gigantes. Si has viajado por Europa y has visitado alguna de sus grandes ciudades puede ser que hayas estado en la isla de Sam. Solo tienes que pensar un poco y siempre como si fueses un niño para poder adivinar de que te estoy hablando.
Texto extraído de la novela “Las Pesadillas de Sam”, un proyecto audiovisual donde se ven representadas mis tres grandes pasiones, como son la literatura, la música y la fotografía. El libro está ilustrado con fotografías y va acompañado de una banda sonora original. La novela está ambientada en la Barceloneta donde Sam, el protagonista nació e intenta vivir de la manera más pacífica y tranquila posible, una complicada empresa de llevar a cabo en tan popular y lleno de vida barrio marinero. Ya son unos cuantos los libros ambientados en la Barceloneta, algo lógico teniendo en cuenta el magnífico ambiente, su riquísima historia y ese maravilloso mar que baña sus playas.

PASADO INDUSTRIAL DEL BARRIO

09 PASADO INDUSTRIAL (SEP 2018)

Paseando por la flamante y recientemente inaugurada calle peatonal de La Maquinista, los turistas y mas jóvenes del barrio se asombran al ver el arco de entrada de unas viviendas donde se puede leer La Maquinista Terrestre y marítima. Los más mayores del barrio recuerdan como si de ayer se tratara de la fabrica que años atrás se encontraba en ese lugar y de la vía de tren que recorría la calle y se adentraba en las entrañas de la factoría por donde pasaban todo tipo de locomotoras para ser reparadas, o por donde salían fantásticas maquinas que por dicha vía enlazaban con la red de ferrocarriles.
En 1831 el industrial barcelonés Ramón Bonaplata inaugura el primer taller movido a vapor de todo el estado, comenzando así una carrera empresarial de vértigo y la revolución industrial en el país.
En 1885 la compañía Bonaplata se asocia con La Sociedad Barcelonesa y fundan La Maquinista Terrestre y Marítima, inaugurando en 1861 sus nuevos talleres en el barrio de la Barceloneta. La factoría tenia una superficie de 17.500 m² y contaban con 1.200 trabajadores en plantilla. En su recinto se fabricaba maquinaria pesada y todo tipo de estructuras metálicas con las que fueron construidos edificios emblemáticos de la ciudad como la estación de Francia y la mayoría de mercados de Barcelona. De las manos de sus trabajadores salían locomotoras a vapor, así como gigantescos motores de barco destinados a la Armada y a empresas navieras particulares.
En 1917 construyen su segunda fábrica, en el barrio de Sant Andreu, con una superficie 100.000 m2, alcanzando una plantilla de 3.000 trabajadores.
En 1965, los talleres de La Barceloneta, fueron desmantelados y el recinto pasó a ser un almacén.
En 1993, los talleres de Sant Andreu fueron desmantelados y se trasladaron a unos nuevos en Santa Perpetua de la Mogoda, pasando a fusionarse la empresa con Macosa.
En 1989 la empresa pasó a formar parte de la multinacional francesa Alsthom.
De su época en el barrio solo queda el recuerdo en la mente de las familias que vivían gracias a la fabrica, y algunos elementos que aun se conservan de su paso por el barrio. La puerta por donde los trabajadores entraban cada mañana a trabajar y algunos elementos metálicos de los cuales se colgaban las maquinas que eran fabricadas o reparadas. Paseando por el parc de La Catalana aun podemos contemplar su restos dentro del Institut Joan Salvat-Papasseit.

SENSACIONES DE BARRIO

10 SENSACIONES DE BARRIO (OCT 2018)
11 SENSACIONES 2 (NOV 2018)

Un barrio no es solo su arquitectura, sus calles o sus monumentos. Un barrio son los vecinos que lo habitan, las personas a las que un día se les ocurrió nacer en él o decidieron venir a vivir simplemente por pertenecer a algo inmaterial que se respira en el ambiente.
Mis primeros recuerdos del barrio son escenas que por desgracia ya no existen, digo por desgracia al echarlas de menos pero claro está que los pueblos, ciudades y barrios evolucionan, cambian o involucionan.
Yo nací un once de mayo de un olvidado año en la calle Giné i Partagas, muy cerquita del Bar Leo, vivo en el mismo cuart de pis al que volví hace algunos años por circunstancias de la vida. He vivido en infinidad de sitios y a todos les encontré su encanto, algunos por lo bonito y limpio de sus calles, otros por el ambiente que se respiraba y otros por lo grande de sus pisos. Pero si le guardo cariño a alguno de esos maravillosos sitios es sin duda alguna a La Barceloneta, por ser el lugar que me vio nacer y otro maravilloso barrio, cuyo nombre no voy a decir, muy cercano que me vio crecer entre delincuencia y drogas, eran épocas de Baquillas y Toretes de nefasto recuerdo.
Mis primeros recuerdos del barrio son sensitivos, son olores, colores y texturas que como la cromática de un cuadro impregnaron mis retinas para acompañarme durante toda mi vida.
Olores de humanidad, al jabón Lagarto que desprendían las sabanas cuidadosamente tendidas en el balcón o en los lavaderos de Andrea Doria.
Olor a mar, a salitre y a pescado, durante todo el día. Sensaciones gustativas, sabor de pescado rebozado recién pescado para cenar, troceado con las delicadas manos de una madre que te lo da en la boca, eres un bebé y empiezas a experimentar con sabores, el sabor del Pa amb vi i sucre, ya nos emborrachábamos de bien pequeños, y el sabor del chocolate que la abuela limaba en finos trozos para que poderlos comer en el balcón en pleno proceso de crecimiento de los dientes, sabor de Calcigenol, ese mejunje blanco y desagradable que nos daban para tener los dientes y huesos sanos y la Quina San Clemente que nos daba ganas de comer. Toda una serie de estímulos sensitivos que me acompañan desde un privilegiado rincón de mis recuerdos. Recuerdos de olores y sabores que añoramos por su arraigada pureza.
Las sensaciones que transmite el barrio es algo inmaterial que poco tiene que ver con la arquitectura y los monumentos, aunque en ocasiones algo tangible pueda transmitir esa sensación que guardas en tu memoria para el resto de tus días, como puede ser aquella tienda a la que ibas de pequeño, tanto por la luz que entraba por la puerta del local e iluminaba los productos que ordenados te miraban desde las estanterías, o como el olor que desprendían los jabones en escamas que llenaban los sacos depositados en la entrada del establecimiento. Olores como el del mar que llegaba hasta la ventana de casa, o el del pan recién hecho que inundaba la calle de buena mañana, que junto al del café recién molido salía del tostadero y te habría el apetito.
En épocas no muy lejanas la contaminación sonora de la ciudad era mucho menor y era más fácil oír sonidos un tanto lejanos que hoy es imposible oír. Las olas del mar en día de temporal chocando contra la arena, una arena que entonces dibujaba una linea de piedras planas desgastadas que recorrían la orilla y amplificaban el sonido del mar que llegaba hasta nuestros pequeños oídos ya de noche en la cama intentando dormir. Sonido de mar y humedad infinita colándose por las mal encajadas ventanas de casa.
El olor del pescado que limpiaban con habilidad las pescateras de la plaza, ese pescado que a esa temprana edad te quedaba a la altura de los ojos y esa agua que inundaba el suelo y desprendía ese olor característico en la zona de las paradas de pescado.
Cuando jugabas a futbol en la Repla, con las botas nuevas de tacos sobre un pavimento de cemento que resbalaba como un demonio, era más importante vacilar de botas que jugar cómodamente. Bambas Matollo y Mates, o burdas imitaciones de las Adidas Gim, todas ellas buenas para ser destrozadas dando patadas al balón entre las vallas del campo de “futbito» de la Répla.
Algo que se quedó en mi retina y mi entrañable recuerdo era la imagen de los pescadores sentados en diminutas sillas, cosiendo las redes de pesca desparramadas sobre la arena de la playa. Otra escena que guardo en el recuerdo con cariño es ver a las señoras sentadas de noche en la calle esperando al 600 furgoneta de color gris que pasaba a vender magdalenas y pastas varias. En definitiva, pequeños detalles que marcan la infancia y guardas en lo más profundo del recuerdo para toda la vida, sensaciones de olores y colores, de personas y tiendas. Sensaciones de un fantástico mundo que apenas comprendías. Sensaciones de barrio.

NADA ES LO QUE ERA

12 NADA ES LO QUE ERA (DIC 2018)

Podemos pensar que la Barceloneta poco ha cambiado desde que se colocó la primera piedra el 3 de febrero de 1753. Pero cuando se hacen controles arqueológicos como el que se hizo en la plaza del Llagut en el 2014, vemos que en el subsuelo quedan restos de un pasado no tan lejano. En ese mismo lugar mucho antes de la construcción de las viviendas de pescadores existía un cuartel del ejército, en concreto el cuartel de infantería de San Fernando con una capacidad para 1.200 soldados. Muy cerca de este cuartel había otro, ubicado en la actual plaza del Poeta Boscá, el cuartel de caballería de San Carlos, de ahí el nombre de una de las calles que lo delimitaban. El cuartel tenía una capacidad para también 1.200 soldados otros tantos caballos, cañones y armamento vario. Los dos cuarteles fueron construidos entre 1764 y 1779. El de San Fernando fue derruido al finalizar la guerra civil y el de San Carlos en 1930 dejando un solar, o replano como se decía entonces, de ahí su sobrenombre de Replá que con el tiempo evolucionó a Répla. La plaza que desde siempre ha sido el centro neurálgico del barrio. Plaza donde teníamos y tenemos el mercado construido en 1884. También tuvimos al lado del mercado el colegio Virgen del Mar construido en 1951. Colegio que usaba la Répla como patio de recreo, por eso en el centro de la plaza había una pista vallada de Balonmano que todos usábamos para jugar a futbol. Es curioso imaginar cómo sería el barrio entonces, cuando en vez de plazas había ruidoso cuarteles que despertaban a los vecinos de buena mañana a golpe de corneta. Aparte de los ruidos típicos de los cuarteles, también estaban los olores de tanto caballo haciendo sus necesidades por todo el cuartel y alrededores. Si a todo ello le sumamos los olores y ruidos del mercado podemos hacernos una idea de cómo sería la vida en el barrio en aquella época sin Répla y con las calles tosavía más estrechas. En ocasiones no nos damos cuenta de los cambios y transformaciones de nuestro entorno y pensamos que siempre fue todo como ahora lo vemos. Cuando alguna persona mayor dice que el barrio no es lo que antes era, no se lo está inventando, tiene toda la razón. Los cambios son constantes aunque no nos demos cuenta de ellos, o no nos fijemos por nuestras ajetreadas vidas.

TORRE DE LES AIGUES

13 TORRE DE LES AIGUES (ENE2019)

En el Parc de la catalana de la Barceloneta se encuentra la antigua torre de les aigües que utilizaba la fábrica del gas a principios de siglo XX. De aquella época nos queda como recuerdo del pasado industrial del barrio la vieja torre, los restos de la estructura de un gasómetro y el flamante nuevo edificio ubicado justo donde un día estuvo la plaza de toros del Torín. Pero esta vez no solo pienso hablar de lo bonito de la torre, también lo haré del trágico final del ingeniero que diseñó los mecanismos de su interior.
La torre de las aguas de la Sociedad Catalana para el Alumbrado de Gas, fue diseñada y construida por el arquitecto modernista Josep Domènech i Estapà, en 1907 como un tronco octogonal coronado con una cubierta cónica hecha con ladrillo visto y ornamentada con “trencadís» de cerámica típico del modernismo de la época. Su altura es de cuarenta y cinco metros. El interior de la torre y sus mecanismos corrieron a cargo de un ingeniero del cual desconozco su nombre y pocas personas lo recuerdan.
El día de su inauguración falló el sistema siendo testigos presenciales todas las autoridades presentes en el acto. Ante tamaño fracaso, el ingeniero no soportó el ridículo y decidió suicidarse lanzándose al vacío desde lo más alto de la torre. No quiso esperar a saber lo ocurrido y decidió poner fin a su vida sin más.
El equipo de ingenieros que realizó la revisión del sistema después del desastre llegó a la conclusión de que el ingeniero encargado del proyecto había hecho un gran trabajo y no tenía culpa ninguna del fallo, pero ya era demasiado tarde para salvar su vida.
El problema que no dejó funcionar el sistema el día de la inauguración fue que los mandos de las tuberías encargados a una fábrica del Reino Unido, simplemente funcionaban de derecha a izquierda y no de izquierda a derecha como es costumbre aquí.
La leyenda dice que en noches de silencio absoluto, al pasar por la torre se pueden oír martillazos y sonido de herramientas, se dice que es el espíritu del ingeniero suicida que vaga por el interior de la torre intentando arreglar el desaguisado por toda la eternidad.
También se dice que los ciudadanos británico que visitan la torre les resulta imposible ver los colores del mosaico, dicen que ven todos los azulejos de color gris, siendo esa la venganza del alma en pena del arquitecto a los británicos por fabricar piezas que funcionan al revés.
Este articulo no deja de ser una leyenda que los ancianos de la Barceloneta cuentan y pasa de generación en generación sin ningún tipo de rigor histórico.
He intentado documentarme sobre el tema y poco he encontrado así que no doy por cierta la historia pero no he querido dejar de escribir sobre el tema ya que lo encuentro de lo más imaginativo y romántico.

CINE DE BARRIO

14 CINE DE BARRIO (FEB2019)

Hubo una época en que la ciudad estaba plagada de cines donde las familias disfrutaban de estrenos de fama internacional, en grandes salas que se parecían más a teatros de lujo que al primer cinematógrafo de los hermanos Napoleón, donde proyectaban películas de cine mudo en La Rambla a finales del siglo XIX.
Antes de la llegada de los videoclubs a la ciudad, el número de salas era impresionante, tanto que aparte de las salas de estreno ubicadas en grandes avenidas también había cines de barrio donde podían verse películas de reestreno a doble sesión y sin interrupción.
Cada barrio tenía una sala de reestreno como mínimo, donde muchos domingos acudía toda la familia con una gran bolsa llena de bocadillos envueltos en papel de periódico, refrescos en botella de cristal y fruta. Era un ritual dominical parecido al de los picnics en la montaña pero algo más intimo en la oscuridad y el silencio de un cine barrio.
Recuerdo ver el cine Hora ya cerrado cuando pasaba por el Paral.lel, al lado de las tres chimeneas. Se dice que por el patio de butacas del cine, corrían ratas grandes como conejos y dice la leyenda urbana que más de un cliente fue mordido por algún enorme roedor.
Durante largos años mantuvo expuesto en su fachada el cartel de las última película que proyectaron, Los tres Supermanes en el Oeste, cartel que estuvo hasta que derrumbaron el ruinoso cine.
También recuerdo en mi infancia haber ido a cines de parroquia, uno de ellos era el de Santa Madrona, donde con veinticinco pesetas pagabas la entrada, te comprabas una Coca-cola de botella y cinco bolsas de pipas donde se veía a Sancho Panza y Don Quijote impresos en amarillo sobre la bolsa. Creo que sobra decir que las cascaras de las pipas iban todas a parar al suelo donde resultaba difícil caminar por el palmo de profundidad que alcanzaban.
Hubo una época que en la Barceloneta existían dos cines de reestreno, uno era el Cine Marina de la calle Ginebra nº 5, inaugurado en 1916 y donde llegó a actuar Imperio Argentina en 1947. El otro era el Cine Barcino, ubicado en la calle Maquinista, inaugurado en 1964 y cerrado en 1981 tras largos años de decadencia.
Sería bonito volver a tener este tipo de cines en el barrio para poder ver películas en pantalla grande sin necesidad de ir a las odiosas multisalas de los centros comerciales.

BAJO EL SILBIDO DE LAS BOMBAS

15 BAJO EL SILBIDO DE LAS BOMBAS (MARZO2019)

La Barceloneta durante la guerra civil sufrió muchísimo bajo los ataques masivos realizados con las bombas lanzadas desde los barcos del ejército sublevado que descargaban los obuses desde unas cuantas millas mar adentro cerca de las costas de la ciudad. El barrio también fue bombardeado desde el aire, los aviones enviados por Mussolini para ayudar a Franco se emplearon a fondo en la labor. La Aviazione Legionaria Italiana convirtió a Barcelona en la primera gran ciudad del mundo bombardeada sistemática e indiscriminadamente desde el aire. Para el ejercito fascista italiano tan solo eran simples ensayos para lo que más tarde sería la Segunda Guerra Mundial, para los barceloneses fue un infierno en un escenario cargado de muerte y destrucción. Las numerosas bombas que arrojó la aviación fascista sobre Barcelona durante la Guerra Civil tenían como objetivo los barrios más poblados, como la Barceloneta, Gràcia, Ciutat Vella, Poblenou o el Eixample, según revela el primer censo geolocalizado de inmuebles y víctimas causados por los bombardeos. Un censo realizado por el Ayuntamiento de Barcelona y plasmado en un libro titulado Topografía de la destrucción. Los bombardeos de Barcelona durante la Guerra Civil, de Mireia Capdevila y Laia Araño. En este libro se han censado más de 1.800 edificios afectados por los bombardeos aéreos, así como las víctimas civiles, durante los 24 meses que duró la campaña aérea, que ascendieron a más de 1.900 personas. Según Mireia Capdevila, una de las dos autoras del libro, la obra detalla los principales episodios que han quedado grabados en la memoria de la ciudadanía como los bombardeos de la Barceloneta, la Escuela del Mar, la iglesia de Sant Felip de Neri o la Catedral de Barcelona.
La publicación contiene información precisa del número de víctimas mortales y heridos, la calle, el número de puerta, la hora en que se dio la alarma y la hora en que cayó la bomba.
Si soléis ir al Mercat del barrio y entráis por la puerta de la répla habréis visto un plafón donde se cuenta el fatídico día en que calló una bomba en el mismo mercado donde murieron muchos vecinos. El barrio fue bombardeado por dos causas principales, una era por la superpoblación y la estrechez de las calles que ayudaba a los aviadores a dar en objetivo seguro y matar el máximo de gente posible. La otra era la gran concentración de industria como los Talleres Nuevo Vulcano, La Maquinista Terrestre y Marítima y los gasómetros, así como el estratégico puerto de la ciudad.

LA ESCOLA DEL MAR

08 LA ESCOLA DEL MAR (AGOSTO 2018)

En la playa de la Barceloneta se encontraba la Escola del Mar, justo donde actualmente se puede ver una placa conmemorativa. Fue inaugurada en 1922 por la Comissió de Cultura del Ajuntament de Barcelona y dirigida por Pere Vergés, como escuela de primera enseñanza destinada a niños y niñas que tenían una salud precaria y se hacía aconsejable una educación al aire libre y cerca del mar. Se encontraba entre las calles Vinaròs y Almirall Aixada, junto a los Baños Orientales. Esta institución pedagógica partía de la experiencia positiva obtenida en la Escola del Bosc de Montjuïc.
La Escola del Mar, trabajaba con una idea de innovación, de renovación constante, de acercamiento a la realidad que rodea a los niños, con una visión amplia del mundo. Ofrecía una formación integral a los alumnos, a través de una enseñanza individualizada con participación de los niños en actividades, como la biblioteca, el teatro de marionetas y el servicio meteorológico. La educación era un trabajo conjunto de toda la comunidad educativa que adaptó las normas de la Escola Moderna del pedagogo Francesc Ferrer i Guardia.
La escuela fue destruida en 1938 por un bombardeo de la aviación fascista italiana aliada del general Franco durante la Guerra Civil española. Tras su destrucción fue trasladada temporalmente a Montjuïc, muy cerca de la Font del Gat, en el edificio que hoy alberga el Museo Etnológico de Barcelona. En noviembre de 1948 se inauguró el tercer emplazamiento, esta vez en el barrio del Guinardó, donde actualmente continúa su actualidad.
La Escola del Mar surgió a raíz del éxito de la Escolta del Bosc. Una escuela que estaba a la vanguardia de una educación avanzada y libertaria desde principios de siglo XX que alcanzó su madurez en los años 30 y a la vez su destrucción por la dictadura.
La Escola del Mar y la Escola del Bosc, son dos claros ejemplos de educación en la libertad de las ideas y la naturaleza.
Los cursos se diferenciaban por colores y se juntaban niñas y niños de diferentes edades, donde se fomentaban las aptitudes de cada uno sin importar la edad ni el sexo.
No se pertenecía a un curso en concreto por la edad, era por la capacidad de aprendizaje del alumno.
Grandes proyectos que pasaron a la historia con la dictadura pero que actualmente sobreviven sin llegar a los avances educativos que en su día consiguieron.