ARTÍCULO PUBLICADO EN SU DÍA EN URBAN EXPLORER

La historia con la que se inspiró Sweeney Todd sucedió en Barcelona

Muchos años antes que Sweeney Todd rebanara gargantas a sus clientes, el barbero barcelonés ya se dedicaba al negocio.


Puedes escuchar este relato en la voz de Natalia Argemí en el programa de radio «Todos somos raros como tú»


Se cuenta que en una fría noche de invierno del lejano siglo XVIII, en el barrio de la Ribera de Barcelona, aconteció un extraño suceso. El barbero asesino fue protagonista de unos hechos de tanta crueldad que llegaron a helar la sangre de todos los vecinos del barrio.
Era un viernes por la tarde cuando un frutero del mercado del Born le indicaba a un conocido suyo forastero como llegar a un hostal económico donde se comía de maravilla.

“Si quieres comer el mejor guiso de Barcelona ves al hostal de la calle del Pou de la Figuera. Hacen la carne estofada más tierna y deliciosa que jamás he probado, te lo puedo asegurar”.
Ya era noche cerrada cuando el extraño forastero de aspecto sucio y desaliñado llegó al hostal. Entró y se sentó en una mesa. Por supuesto pidió para cenar el estofado de carne que el frutero le había recomendado. Dio buena cuenta del plato y subió a su habitación para pasar la noche.
Siempre le costaba conciliar el sueño y aquella noche no iba a ser menos. En su insomnio pensaba en la deliciosa carne que había cenado y en volver a repetir al día siguiente.
Por fin pudo dormirse, pero no tardó en oír unos fuertes golpes procedentes del piso de abajo que le despertaron de su profundo sueño. Era un sonido que le resultaba familiar de tanto visitar los mercados para vender sus productos. Sin duda alguna, era el sonido que hacían los carniceros cuando descuartizaban algún animal.

Expertos carniceros despedazando un animal

Le pareció extraño pero se dio la vuelta y volvió a dormirse. Al despertar, el extraño forastero, desconfiado por naturaleza, le preguntó al hostalero por los ruidos de la noche. Este sin darle la menor importancia a los ruidos nocturnos le contestó que alguien estaría cortando leña.
Salió a la calle a dar un paseo y vio al lado del hostal una barbería que la noche anterior no había visto. Pensó que un buen corte de pelo y un afeitado sería perfecto para ayudarle a vender sus productos a los tenderos locales. Entró en la barbería y se extrañó por la oscuridad. La escasa luz que entraba por una pequeña ventana y un par de velas era toda la iluminación del local.
El barbero le invitó a sentarse y él accedió de no muy buena gana. Desconfiado por naturaleza, puso sus cosas de valor en un bolsillo y la mano dentro de él. No le gustaba ni la cara del barbero ni el maloliente local. El barbero cogió las tijeras y le cortó el pelo con gran destreza. Quedó maravillado por el trabajo y le pidió que le arreglase la barba. No las tenía todas al ver por el pequeño y sucio espejo al barbero con la navaja en la mano acercándose a él con los ojos inyectados en sangre y fuera de sus órbitas, por lo que se levantó de la silla y se encaró con él.

Calle Pou de la Figuera nº 14 en el barrio de Sant Pere de la Ribera, Barcelona

El forastero y el barbero se enzarzaron en una fuerte pelea. En el forcejeo consiguió arrebatarle la navaja y lo estampo contra la pared de un fuerte empujón. La cabeza del barbero chocó contra un resorte que abrió una trampilla en el suelo y cayó por ella. Despavorido salió a la calle como alma que lleva el diablo. Corriendo como un loco se topó con un agente de la ley y cayó de bruces al chocar con él. Cuando llegaron a la barbería, las pesquisas del policía sacaron a la luz una trama de crímenes y canibalismo que pone los pelos de punta. El barbero degollaba a sus víctimas y las lanzaba por la trampilla que daba al sótano. Allí el dueño del hostal los descuartizaba y preparaba las carne de las pobres victimas en una olla para estofarlas y servirlas a sus clientes. Los vecinos no daban crédito al oír lo que pasaba por las noches en el sótano del hostal. Algunos que habían probado su exquisita carne empezaron a vomitar.


Así es como termina el relato de unos hechos acontecidos en la Barcelona del siglo XVIII.
La historia es una leyenda que pasa de boca en boca desde que supuestamente sucedió. La leyenda cuenta que el cliente que mató al barbero era un indigente, pero me he permitido la licencia de cambiar un poco el relato, espero que no os disguste mi osadía.
La leyenda ha llegado a nuestros días como eso, como una leyenda sin ningún rastro de rigor histórico.
Es más antigua que la llevada a las pantallas en Hollywood, o el libro francés del siglo XIX llamado: “El pastelero de carne humana y el barbero asesino: causa célebre” donde el barbero Bernabé Cabard y el pastelero Pierre Miquelón hacían de las suyas.
En Valencia también tienen su barbero asesino particular. “El barbero diabólico del carrer dels Manyans”.
El hecho de que hayan tantas historias similares en diferentes ciudades europeas nos hace llevar a pensar que ninguna de todas estas historias sucedieron en realidad.

Ejemplar impreso en Madrid en el siglo XIX

Real o no, mejor es pensar que sí sucedió, y que nuestras ciudades esconden secretos terroríficos que nos ponen los pelos de punta.

Si eres de Barcelona o vienes de visita, acércate al barrio de Sant Pere en la Ribera, y pásate por la calle Pou de la Figuera nº 14, verás un callejón que separa dos edificios.
Se dice que ese es “El Forat de la vergonya”, El agujero de la vergüenza.
Dicen que el barrio quedó tan traumatizado por los hechos que el ayuntamiento decidió derruir el edificio donde estaba el hostal y la barbería. Desde entonces el espacio que dejó allí sigue vació y jamás se volvió a edificar en él.